Cercana a las
vías del tren tardío
Canta una madre
gitana.
Canta, con voz
ronca y dorada,
Canta a un niño
que aún no llora.
Le relata una
nana que sólo ellos conocen,
Una nana de dos
vocales
Y una consonante.
Las letras suben
y bajan por una escalera invisible
De peldaños que
se quiebran
Y después se
reconstruyen.
El niño no llora.
Su madre le
canta.
La hija y la
hermana
Escucha la
canción en el monopatín que conduce.
Su pequeño pie de
cera
Acaricia las
baldosas que nadie ha visto nunca.
La niña canta,
también,
Y su voz presagia
su vida de arena
Y pintura
desconchada.
La segunda vocal
de su madre
Canta por ella.
La madre gitana,
el niño y la niña
Se adentran en lo
oscuro del andén lejano.
Ellas cantan a la
trampa del aire;
Él no tiene un
llanto que ofrecerles.
Terminan límites
nunca antes explorados.
La niña regresa,
Amparada por una
cuna compasiva,
Generosa con los
miedos más fatales
De los que
esperan.
Detrás de ella,
Su madre canta
A un niño que ya
llora.
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